Las turbulencias en aviones es algo común que prácticamente ocurre en todos los vuelos. Las capas que componen la atmósfera tienen distintas temperaturas y densidades.
Estas diferencias entre capas provocan movimientos, vibraciones y golpes no deseados en el avión.
Pueden ser leves o severas, produciendo estas últimas daños tanto materiales como personales dentro del avión.
Estas imágenes, corresponden a unas turbulencias ocurridas en un avión Airbus A330 realizando el trayecto Abu Dhabi a Jakarta. Al aterrizar, el avión atravesó una zona de grandes turbulencias que produjo daños en el avión y en sus ocupantes.
Se registraron inclinaciones de cabeceo entre 2 y -5º produciendo velocidades de ascenso y descenso entre 2000 y -2500 fpm (pies por minuto), similares a los de un despegue.
También se registraron aceleraciones entre -0.65 y 2G, que pueden sentirse en determinadas montañas rusas.
Todo esto se registró en 23 segundos, indicando que el avión se agitó de forma brusca y repentina. Varios pasajeros y tripulantes tuvieron que ser enviados a hospitales debido a las lesiones causadas.
El detalle de los paneles del techo rotos indica que personas u objetos los que los rompieron en alguna de las sacudidas. Es muy importante que en cualquier fase del vuelo, los cinturones se mantengan abrochados a pesar de que el indicador de cinturones o «Fasten seat belt» esté apagado.
Después de turbulencias grandes, el avión ha de revisarse para evaluar posibles daños.
Sin embargo, al contrario de lo que la gente cree, no suelen producirse accidentes aéreos debido a las turbulencias en aviones. Hay dos motivos principales:
Las turbulencias son más débiles que las que un avión puede soportar cuando se diseña.
Al volar por turbulencias grandes, los pilotos reducen la velocidad del avión, protegiendo su estructura.
Por ello, si buscamos «turbulence» en Avherald (diario sobre accidentes aéreos) apenas encontramos registros salvo daños en objetos o personas.