Los cohetes en los aviones se han usado para combatir uno de los mayores problemas en la aeronáutica: el peso. También lo son la temperatura del aire y la altitud del aeropuerto. Si el avión pesa mucho le costará ganar velocidad y si la temperatura exterior y la altitud son elevadas, los motores no desarrollarán toda su potencia.
Cuando alguno de estos supuestos se da, el avión no puede despegar. La pista no es lo suficientemente larga para que el avión alcance la velocidad de despegue. Sin embargo, en alguna ocasión los ingenieros han tenido que buscar la solución a este problema usando cohetes. Ésta es su historia.
En 1920 empezaron experimentos en planeadores que sirvieron de conejillos de indias para otros aviones. En una primera etapa los cohetes instalados permitían que se pudiera despegar de barcos. Tras el despegue, el cohete caía al mar y se hundía.
Fue en la Segunda Guerra Mundial donde los cohetes obtuvieron mayor protagonismo. Debido a los bombardeos en los aeropuertos, las pistas de aterrizaje sufrían daños que impedían usarla al completo.
Gracias a los cohetes, los aviones podían despegar de pistas de aterrizaje más cortas y además alcanzar altitud de vuelo más rápidamente.
Los cohetes en aviones se siguieron utilizando después de la segunda guerra mundial. Los primeros motores a reacción no eran lo suficientemente potentes y necesitaban la asistencia de cohetes para impulsar los aviones hacia el cielo.
Relacionado con el despegue de un avión con cohetes, en 1950 se inició un programa llamado longitud cero. Este programa se ideó para que aviones con motores a reacción o aviones de combate pudieran despegar sin necesitar un aeropuerto.
Los aviones se colocaban en un pedestal donde se encendían los cohetes que permitían lanzar el avión al aire sin necesidad de una pista de aterrizaje. Sin embargo, este programa se terminó cancelando para dar paso a aviones con capacidad de aterrizaje y despegue vertical (VTOL).
Tanto Estados Unidos como Alemania y Rusia experimentaron con aviones como el F-104 o el Mig-19 para comprobar la viabilidad del sistema. Finalmente se canceló por el enorme gasto que conllevaba trasladar los pedestales y las grúas.
Hubo dos aviones comerciales que fueron preparados para la instalación de cohetes: el Boeing 727 y el Fairchild Metroliner. Estos aviones usarían cohetes en aeropuertos con altitud y temperatura elevadas.
En 1980, el ejército de Estados Unidos modificó un avión Hércules C130 para una operación militar de rescate llamada Credible Sport. El objetivo de la misión era evacuar rehenes en Teherán.
El avión se rediseñó por completo para poder aterrizar en un campo de fútbol y para posteriormente despegar y aterrizar en un portaaviones.
Además de añadirle cohetes, al avión se le modificaron los flaps para poder aterrizar a baja velocidad así como aerodinámica y aviónica mejorada y un gancho en la parte posterior para poder aterrizar nuevamente en el portaaviones.
Hoy en día los cohetes en aviones son completamente innecesarios. Los actuales motores a reacción son lo suficientemente potentes como para poder hacer despegar un avión en cualquier condición por elevada que sea la temperatura o la altitud del aeropuerto.